Cuando nacieron azotados por la naturaleza, el médico no se los mostró, sencillamente le dijo que habían nacido pegados. El padre si los vio y lloró.
Pese a que la prepararon para el dual encuentro, llegado el momento se juntaron muchos sentimientos y sensaciones, eran sus hijos gemelos que durante la gestación no lograron separarse físicamente.
No sabía cómo atenderlos porque mientras veía la carita de uno el otro le daba la espalda, se fijó en las enfermeras y trató de hacer lo mismo. Desde ese día albergó la idea de la separación, pero no era sencillo y el peligro era uno más en sus vidas.
A lo largo del primer año aprendió a atenderlos sola y a conocerlos. Pronto descubrió que sus gemelos se turnaban para vivir y a pesar de estar unidos eran dueños de personalidades distintas y sus ritmos eran diferentes.
El sonido del teléfono la despertó y al otro lado de la línea le anunciaron que lo difícil podría ser posible. Tras todo tipo de explicaciones y evaluación de riesgos decidieron dar el visto bueno.
Ahora cada uno descubre su cuerpo sin el otro pero se buscan con la mirada y lloran mucho.
Han vuelto a dormir juntos, se tocan y… dejan de llorar.
Glosagon.
Han vuelto a dormir juntos, se tocan y… dejan de llorar.
Glosagon.